Azulados: Ensayo Reflexivo Sobre Estereotipos y Juicios
Ã?¿PorquÃ?© escribo? Quisiera saber, Ã?¿QuÃ?© me llama a este maldito oficio? Es una obsesiÃ?³n compulsiva, algo que necesito para saber que existo, que soyâÂ?¦que vivo. No, ja, no basta con respirar. Me hace falta inspirar, aunque sea a mi misma. SabrÃ?¡s tÃ?º, que me miras, que me escuchas, quÃ?© te inspira, pero lo mÃ?Âo es inventar.
Acostumbro contar lo bonito de la vida para que mis mayores temblores salten; los medios dÃ?Âas saben a chocolate y mi sol, sÃ?Â, el mÃ?Âo, se torna pÃ?ºrpura o azul. Me imagino corriendo con los saltamontes y tirÃ?¡ndome del puente mÃ?¡s alto, o quizÃ?¡sâÂ?¦volando.
Siempre he querido volar. SentirÃ?Âa que el viento se desliza entre mis dedos como seda y que floto livianamente entre nubes de algodÃ?³n Ã?¿Sabes quÃ?©? Me las comerÃ?Âa todas, un gran mordisco. Pienso que si volÃ?¡ramos nadie tendrÃ?Âa que hacer dieta porque todos pesamos menos que el cielo. Quisiera pasarme el viento por la cara y gritar Ã?¡Ã?¡Ã?¡AHHH!!! y escucharâÂ?¦absolutamente nada.
Hay veces que soy mÃ?¡s realista Ã?¿Nunca, estando en una altura, miras la montaÃ?±a del lado y te imaginas cÃ?³mo serÃ?¡ allÃ?¡? Siempre he querido esconderme allÃ?Â, en aquella montaÃ?±a, no la mÃ?Âa, sino la del lado. DetrÃ?¡s de los grandes Ã?¡rboles que parecen ser uno de lejos, entre el tronco y la raÃ?Âz, casi tocando la tierra, pero sin mojarme con su humedad. Ah, embuste, me mojo si, y me revuelco en ella tambiÃ?©n. Para sentirme frÃ?Âa, como la maÃ?±ana y la neblina. Siempre he querido saber como serÃ?¡ en esa otra montaÃ?±a. Me imagino cuantos pensarÃ?¡n lo mismo de la mÃ?Âa desde allÃ?¡.
Otras veces me dan ganas de bajar hasta el fondo del mar y bailar con las sirenas, pero sin que me den con sus aletas, porque se ven pesadas. Pienso que si una sirena me diera con su aleta, yo saldrÃ?Âa volando como si me hubiesen amarrado un motor 240, llegarÃ?Âa hasta Europa y me perderÃ?Âa el baile. Y en Europa, lamento informarte, no hay sirenas. Nope, no hay, las sirenas fueron encontradas igual que los taÃ?Ânos (sÃ? encontradas, no descubiertas). Lo que pasÃ?³ fue vinieron los que pensaban que sabÃ?Âan, con sus grandes barcos y demÃ?¡s chucherÃ?Âas y en vez de preÃ?±arlas, como a las taÃ?Ânas, las mataron con los remos. Por eso en Europa no hay sirenas, porque pensaron que lo de los remos era personal y estÃ?¡n enchismÃ?¡s. Las que quedan estÃ?¡n allÃ?¡, en el fondo, pa’ donde yo voy, dÃ?³nde ningÃ?ºn remo las alcanza y ningÃ?ºn sabelotodo interrumpe su baile.
Pero, Ã?¿Sabes quÃ?© serÃ?Âa lo mejor de todo? Escuchar los secretos de los duendes. Cuando los duendes duermen cuentan todos sus secretos y ellos si que saben secretos porque saben los de ellos y los de todo el mundo Ã?¿QuÃ?© no? Ã?¿No ves que son tan pequeÃ?±os que no se ven y todos hablan al frente de ellos? AhÃ? me sentarÃ?Âa yo, con una grabadora. Le dedicarÃ?Âa toda una tarde a esta Ã?ºnica tarea, si se me diera la oportunidad de escuchar los secretos de un duende. Ahora te rÃ?Âes, pero si se me da, tÃ?º serÃ?Âas el primero que me rogarÃ?Âas por escuchar el cassette.
AjÃ?¡, para enterarte de todos los chismes y de todo lo que pasa entre las hormigas, porque mira que no hay quien las entienda. Pasan toda la vida de arriba pa’ abajo, de abajo pa’ arriba y nunca se paran para mirar el amanecer Ã?¿CuÃ?¡l es el propÃ?³sito de vivir si no paras para ver el amanecer? Las ves que sÃ?³lo caminan, aunque me imagino que eso para ellas es correr (tÃ?º sabes, adoptÃ?¡ndolo a su tamaÃ?±o) y de vez en cuando se salen de la fila para saludar a otra hormiga. Ahora, me pregunto Ã?¿Se saludarÃ?¡n como excusa para miquear o para que las otras hormigas piensen que ellas conocen a muchas hormigas? No sÃ?©, y realmente no importa. SÃ?³lo quisiera que los duendes me contaran si en algÃ?ºn momento las hormigas paran para ver el amanecer, o el atardecer, si es que por la maÃ?±ana estÃ?¡n muy ocupadas.
DespuÃ?©s de escuchar mis teorÃ?Âas y razonamientos sobre la vida, pensarÃ?¡s que se me han safado unos cuantos tornillos o que me escapÃ?© de algÃ?ºn centro psiquiÃ?¡trico. Pero, dime tÃ?º Ã?¿No serÃ?Âa todo mÃ?¡s fÃ?¡cil de ver si las cosas le pasaran a las sirenas? Ã?¿O si las montaÃ?±as se unieran? Ã?¿Reconocer que las hormigas no son las Ã?ºnicas que no paran para mirar el amanecer? Ã?¿No quisieras darte un brinquito y volar de vez en cuando para olvidarte de lo que pasa acÃ?¡ abajo?
Yo no sÃ?©, yo sÃ?³lo lo he deseado, pero si la curiosidad te mata, bÃ?ºscate a los duendes. Viven despuÃ?©s de los pitufos a la derecha, pero no te comas las chapas que te pones azul, aunque, pensÃ?¡ndolo bien, quizÃ?¡s todos deberÃ?Âamos ser azul. Anyway, bÃ?ºscate a los duendes, tÃ?º decides lo de las chapas despuÃ?©s de que ellos te cuenten. Seguramente volverÃ?¡s repartiendo chapas a diestra y siniestra con la esperanza de que de azul, todos nos entendamos mejor.
Charlene Briganty Silva
6 de marzo de 2003